Niko y la Montaña de la Amistad
Había una vez, en lo alto de una montaña nevada, un pequeño dragón llamado Niko. Niko era diferente a los demás dragones: tenía escamas de colores brillantes y, en vez de lanzar fuego, solo podía lanzar burbujas de nieve. Vivía en una cueva misteriosa y cada noche admiraba los cielos estrellados soñando con hacer amigos.
El deseo de Niko
Niko quería mucho tener amigos, pero los otros animales de la montaña pensaban que los dragones eran peligrosos. Así que todos se escondían cuando lo veían volar o jugar con sus burbujas de nieve. Niko se sentía muy solo y a veces miraba su reflejo en los charcos de nieve preguntándose:
¿Por qué nadie quiere jugar conmigo?
Una visita inesperada
Una noche, mientras Niko lanzaba burbujas al cielo, escuchó un ruido extraño cerca de su cueva. Decidió investigar y, para su sorpresa, encontró a una liebre blanca atrapada en un montón de ramas.
—¡Ayuda! —gritó la liebre—. ¡No puedo salir!
Niko se acercó con cuidado. Sabía que la liebre podría asustarse, así que habló con voz suave:
—No te preocupes, te ayudaré.
Usando sus patitas y su cola, Niko apartó las ramas. En poco tiempo, la liebre estuvo libre. Ella temblaba de miedo y trató de huir, pero Niko le habló otra vez:
—No quiero hacerte daño. Solo quiero ser tu amigo.
La liebre, que se llamaba Lila, miró a Niko con curiosidad. Se dio cuenta de que, aunque era un dragón, Niko tenía ojos amables y una gran sonrisa.
—¿De verdad quieres ser mi amigo? —preguntó Lila.
—¡Claro! Nunca he tenido uno, pero me gustaría intentarlo.
El comienzo de una amistad
Lila decidió quedarse un rato y jugaron juntos en la nieve. Niko le mostró cómo hacer burbujas de nieve y juntos hicieron figuras en el aire. Pronto, Lila se dio cuenta de que Niko era muy divertido y nada peligroso.
—¡Eres diferente a como dicen los demás! —exclamó Lila.
—Todos creen que soy malo por ser un dragón, pero solo quiero jugar —respondió Niko un poco triste.
Lila pensó que eso no era justo y tuvo una idea:
—¿Por qué no vienes conmigo a conocer a los otros animales? Si te conocen de verdad, seguro querrán ser tus amigos.
Niko dudó. Tenía miedo de que lo rechazaran, pero confiaba en Lila. Así que, al día siguiente, bajaron juntos al valle.
Conociendo a los demás
El primer animal que encontraron fue Timo, el zorro. Al ver a Niko, Timo intentó esconderse, pero Lila lo detuvo:
—¡Espera, Timo! Niko es mi amigo. No tienes que tenerle miedo.
Timo asomó la cabeza y vio que Niko solo lanzaba burbujas de nieve y reía. Pronto, los tres estaban jugando a atrapar burbujas. Después se unieron Mila la ardilla y Bruno el búho. Al principio estaban nerviosos, pero Niko los saludó y les enseñó su truco especial: hacer una burbuja tan grande que todos cabían dentro. Los animales reían y rodaban juntos por la nieve dentro de la burbuja.
Esa noche, todos se reunieron en la cueva de Niko para mirar las estrellas. Niko, por primera vez, se sintió feliz de verdad. Tenía amigos que lo aceptaban tal como era.
La lección de la montaña
Con el paso de los días, los animales de la montaña aprendieron que ser diferente no era malo. Niko les enseñó juegos nuevos y los ayudó cuando necesitaban calentar sus casas con burbujas de nieve. A cambio, ellos le mostraron cómo buscar frutos y cómo leer las huellas en la nieve.
Un día, Lila le dijo a todos:
—¡Qué suerte tenemos de tener a Niko como amigo! Si no lo hubiéramos conocido, nunca habríamos aprendido tantas cosas nuevas.
Niko sonrió y sintió que su corazón brillaba como las estrellas.
La gran fiesta de la amistad
Para celebrar su amistad, Niko organizó una fiesta bajo el cielo estrellado. Todos los animales acudieron y decoraron la cueva con luces hechas de luciérnagas. Bailaron, cantaron y jugaron con burbujas de nieve.
—Gracias por aceptarme —dijo Niko—. Antes me sentía solo, pero ahora sé que tener amigos es lo más especial del mundo.
Timo el zorro respondió:
—Gracias a ti por enseñarnos que lo importante es aceptar a los demás como son. Ahora la montaña es más divertida y todos somos más felices.
Moraleja
Desde entonces, en la montaña nevada, todos recuerdan la historia de Niko, el dragón pequeño y amistoso que les enseñó que la verdadera amistad nace cuando aceptamos a los demás tal como son.