Draki y el Puente de los Sueños

Draki y el Puente de los Sueños

Draki y el Puente de los Sueños

Había una vez, en un reino encantado lleno de castillos dorados, montañas brillantes y ríos mágicos, un pequeño dragón llamado Draki. Draki era más pequeño que los otros dragones y mucho más curioso. Le encantaba explorar y hacer preguntas sobre todo lo que veía.

Un día, mientras jugaba cerca del Río de los Destellos, Draki escuchó a los dragones mayores hablar de un puente perdido, llamado el Puente de los Sueños. Decían que solo los dragones valientes y perseverantes podían cruzarlo y descubrir lo que había al otro lado.

Draki se emocionó. “¿Y si yo pudiera cruzar ese puente?”, pensó. Aunque era pequeño, sentía que su corazón era gigante y lleno de ganas de aprender.

El Comienzo de la Aventura

Sin dudarlo, Draki decidió buscar el Puente de los Sueños. Preparó su pequeña mochila con galletas de nube y una linterna de luciérnagas. Su mamá dragona le dio un abrazo y le dijo:

Cree en ti, Draki. No te rindas si las cosas se ponen difíciles.

Draki sonrió, agitó sus alas y partió hacia la aventura. Pasó volando sobre los Campos de las Caramelos de Estrella y se deslizó entre árboles que susurraban canciones mágicas.

El Primer Obstáculo

Pronto, Draki llegó a la Montaña de los Suspiros. Era muy alta y empinada. Los dragones grandes la subían fácilmente, pero Draki, al intentar volar, se cansó rápido y casi tropezó.

Se sentó en una roca, un poco triste. Entonces recordó las palabras de su mamá: “No te rindas si las cosas se ponen difíciles.”

—¡Puedo hacerlo! —se animó.

Subió poco a poco, descansando cuando lo necesitaba. Aunque le tomó mucho tiempo, Draki llegó a la cima, donde el viento soplaba fuerte pero fresco. Se sintió orgulloso de no haberse rendido.

El Río Saltarín

Del otro lado de la montaña, Draki vio el Río Saltarín. El agua no corría como en los ríos normales, ¡sino que saltaba de piedra en piedra! Para cruzarlo, debía saltar también.

Draki dudó. ¿Y si caía al agua? Pero recordó lo valiente que había sido en la montaña.

Si sigo intentándolo, podré cruzar —se dijo.

Con cuidado, saltó a la primera piedra. Resbaló un poco, pero se mantuvo firme. Luego saltó a la siguiente, y a la siguiente, hasta que finalmente llegó a la otra orilla.

El Encuentro con el Guardián

Al otro lado del río, un búho sabio lo esperaba. Era el guardián del Puente de los Sueños.

—Hola, pequeño dragón. ¿Por qué quieres cruzar el puente? —preguntó el búho.

Draki pensó y respondió:

Quiero aprender y demostrarme que puedo lograr lo que me propongo, aunque sea difícil.

El búho asintió, sonriendo:

—Muchos dragones grandes han venido aquí. Pero sólo los que perseveran y creen en ellos mismos encuentran el camino.

El búho agitó sus alas y el Puente de los Sueños apareció, con luces que danzaban como luciérnagas. Draki miró el puente, un poco asustado, pero también emocionado.

Recuerda: cada paso que das, te hace más fuerte —dijo el búho.

Cruzando el Puente

Draki respiró hondo y comenzó a caminar. Al principio, el puente crujía y se movía un poco. Draki sintió miedo, pero siguió avanzando, recordando todo lo que ya había logrado.

A la mitad del puente, el viento sopló fuerte y Draki dudó si debía regresar. Pero entonces miró hacia atrás y vio lo lejos que había llegado. Miró hacia adelante, pensó en su deseo y siguió adelante.

Finalmente, llegó al otro lado. Allí, el paisaje era aún más hermoso: había jardines de cristal, fuentes que cantaban y dragones de todos los colores jugando juntos. Draki sintió una felicidad enorme, no solo por lo que veía, sino por todo lo que había superado.

El Regreso a Casa

Draki jugó todo el día con nuevos amigos, aprendiendo secretos mágicos y compartiendo su historia. Cuando el sol comenzó a ponerse, decidió regresar a casa.

Al llegar, su mamá lo abrazó fuerte y le preguntó:

—¿Cómo lograste cruzar el Puente de los Sueños?

Draki sonrió y respondió:

No me rendí, aunque fue difícil, y creí en mí mismo. Cada paso que di me hizo más valiente.

Desde ese día, cuando Draki enfrentaba algo difícil, recordaba su aventura y sabía que con perseverancia y confianza en sí mismo, ¡podía lograr cualquier cosa!


Moraleja

Nunca te rindas, aunque algo parezca difícil. Si crees en ti y sigues intentándolo, puedes lograr cosas maravillosas.

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