Eli, el Elefante Risueño y la Selva de la Amistad
En una selva llena de árboles altos y verdes, vivía un elefante risueño llamado Eli. Eli era grande, con orejas enormes, trompa larga y una risa tan contagiosa que todos los animales la reconocían. Cuando Eli reía, hasta los pájaros bailaban y las flores abrían sus pétalos más rápido.
En esa selva vivían muchos más animales: Luna la mona saltarina, Tico el tucán de pico brillante, Rita la tortuga tranquila, y Bobi el león dormilón. Todos querían mucho a Eli porque siempre estaba dispuesto a jugar, cantar y ayudar.
Un día de juegos en la selva
Una mañana, Eli se despertó con muchas ganas de jugar. Salió corriendo y empezó a llamar a sus amigos:
—¡Vamos a jugar a las escondidas! —gritó Eli mientras movía su trompa de un lado a otro.
Luna, Tico, Rita y Bobi vinieron enseguida. Se escondieron entre los árboles, detrás de los arbustos y bajo las hojas grandes. Eli los buscaba y, cuando los encontraba, todos reían a carcajadas.
Después de jugar, se sentaron bajo un árbol para descansar. Fue entonces cuando escucharon un pequeño sollozo detrás de unas ramas.
Un amigo en apuros
Eli fue el primero en acercarse y encontró a Nina, una pequeña ardilla. Nina tenía los ojos llenos de lágrimas.
—¿Qué te pasa, Nina? —preguntó Eli con voz suave.
—He perdido mi nuez favorita. La tenía para mi almuerzo y ahora no la encuentro —dijo Nina triste.
Eli sintió en su corazón que tenía que ayudar.
—No llores, Nina. ¡Vamos a buscar tu nuez! —dijo Eli animado.
Luna, Tico, Rita y Bobi también dijeron que ayudarían. Todos se pusieron a buscar por la selva, revisando entre las hojas, bajo las piedras y hasta en las copas de los árboles.
El poder de la empatía
Eli vio que Nina seguía triste y caminaba despacio. Entonces, la animó:
—No te preocupes, Nina. Si yo perdiera mi trompa, también me pondría triste. Pero juntos encontraremos tu nuez.
Nina sonrió un poquito y siguió buscando, sintiéndose acompañada.
Después de un rato, Eli notó que Bobi el león estaba cansado y se tumbó bajo un árbol.
—¿Estás bien, Bobi? —preguntó Eli.
—Sí, solo estoy un poco cansado. Pero quiero ayudar a Nina —respondió Bobi.
Eli usó su trompa y le trajo un poco de agua fresca. Bobi bebió y se sintió mejor para seguir buscando.
La sorpresa de Rita
Mientras buscaban, Rita la tortuga notó algo brillante cerca de un tronco caído.
—¡Aquí hay algo! —dijo Rita emocionada.
Todos fueron a mirar. ¡Era la nuez de Nina! Había rodado lejos y se había quedado atrapada bajo unas hojas grandes.
Eli usó su trompa para levantar las hojas con cuidado y sacar la nuez.
—¡Aquí está tu nuez, Nina! —dijo Eli con una gran sonrisa.
Nina saltó de alegría y abrazó a Eli con sus patitas pequeñitas.
—¡Gracias, Eli! Gracias a todos por ayudarme. Ahora sé que tengo muchos amigos en la selva.
Ayudar a los demás
Eli estaba muy contento. Sabía que ayudar a los demás hacía que todos se sintieran mejor. Sus amigos también estaban felices por haber ayudado a Nina.
—Cuando uno de nosotros está triste, los demás podemos ayudarlo —dijo Eli—. Así, la selva es un lugar más bonito para todos.
Ese día, compartieron el almuerzo con Nina. Todos comieron frutas y nueces, bebieron agua fresca y contaron historias divertidas bajo la sombra de los árboles.
Un ejemplo para la selva
Desde entonces, Eli se aseguraba de mirar a sus amigos y preguntar si necesitaban ayuda. Si veía a alguien solo o triste, se acercaba y le sonreía. Pronto, todos en la selva empezaron a hacer lo mismo.
Luna, Tico, Rita, Bobi y Nina aprendieron que la empatía es ponerse en el lugar del otro y ayudar cuando alguien lo necesita. Así, todos se sentían acompañados y queridos.
Una selva llena de amistad
La selva se volvió un lugar aún más alegre. Las risas de Eli se escuchaban cada día, pero también las de otros animales, porque juntos habían aprendido a ayudar y cuidar a los demás.
Eli siguió siendo el elefante más risueño, pero ahora también era conocido como el elefante más empático y amable de la selva.
Cada noche, antes de dormir, Eli miraba la luna y pensaba: “¡Qué hermoso es tener amigos y ayudarnos unos a otros!”
Moraleja:
Cuando ayudas a los demás y te pones en su lugar, todos son más felices. La empatía y la amistad hacen la vida más bonita.