El Duende Pillo y el Jardín de las Canciones

El Duende Pillo y el Jardín de las Canciones

El Duende Pillo y el Jardín de las Canciones

Había una vez, en un rincón muy escondido del bosque, un jardín secreto. No era un jardín cualquiera: aquí, las flores cantaban melodías alegres y las mariposas contaban historias de mundos lejanos. Entre los altos girasoles y las rosas sonrojadas, vivía un duende travieso y simpático llamado Pillo.

Pillo tenía un gorro verde puntiagudo, orejas grandes y una risa contagiosa. Le encantaba saltar entre los pétalos y jugar con las gotas de rocío cada mañana. Aunque era travieso, todos en el jardín lo querían mucho, porque siempre tenía una broma lista para hacer reír.

Un día, mientras Pillo jugaba escondidas con las luciérnagas, escuchó una canción nueva. Venía de una flor azul, pequeñita, que nunca había visto antes. La flor cantaba:

“Cuida mi tallo, cuida mi flor,
dame cariño, siente mi olor.”

Pillo se acercó curioso. “¡Hola, flor azul! ¿Por qué cantas esa canción?”

La flor le respondió con voz suave: “Canto para que todos recuerden cuidarnos. A veces, alguien pisa mis hojas o arranca mis pétalos sin pensar”.

Pillo puso cara pensativa. “¿Eso te duele?”

La flor asintió. “Sí, y no sólo a mí. También a las mariposas y a los bichitos que viven aquí.”

Pillo nunca había pensado en eso. Siempre corría, saltaba y a veces tiraba las hojas sin darse cuenta. Se sintió un poquito triste.

En ese momento, una mariposa de alas doradas se posó en su hombro. “Hola, Pillo. ¿Quieres escuchar una historia?”

“¡Sí, sí!” exclamó el duende, animado.

La mariposa comenzó:

“Hace mucho tiempo, un duende curioso como tú jugaba en este jardín. Un día, sin querer, rompió el nido de una mariquita. La mariquita se puso triste porque ya no tenía casa. El duende aprendió que, aunque no lo hacía con maldad, debemos tener cuidado y respetar a todos los seres que viven aquí.”

Pillo miró a su alrededor. Vio a las abejas zumbando, a los caracoles deslizándose y a los gusanitos escondidos bajo las hojas.

El duende pensó en una idea brillante. Fue corriendo a buscar a sus amigos: la rana saltarina, el caracol dormilón y la mariquita roja. Les contó lo que había aprendido. “¡Debemos cuidar nuestro jardín! No pisemos las flores ni molestemos a los animalitos.”

Entre todos, hicieron carteles pequeñitos con pétalos y ramitas que decían:

  • “No pisar las flores.”
  • “No molestar a los bichitos.”
  • “Cuidemos nuestro jardín.”

Colocaron los carteles por todo el jardín. Pillo, además, inventó una canción para que todos recordaran la importancia de cuidar la naturaleza:

“Si quieres que el jardín cante sin cesar,
cuida a los bichitos y no dejes de amar.
Las flores y las mariposas te lo agradecerán,
y juntos viviremos en un mundo sin final.”

Desde ese día, Pillo fue más cuidadoso. Caminaba despacito, saludaba a cada flor y ayudaba a los bichitos a cruzar los senderos. Cuando algún amigo olvidaba las reglas, Pillo le recordaba con cariño:

“¡Recuerda que cada ser del jardín es importante!”

El jardín secreto se volvió aún más bonito. Las flores cantaban más fuerte, las mariposas contaban historias más alegres y todos vivían en armonía.

Y así, Pillo el duende travieso aprendió que cuidar la naturaleza y respetar a los seres vivos hace que el mundo sea un lugar mejor para todos.

FIN


Moraleja: Si cuidamos la naturaleza y respetamos a todos los seres vivos, nuestro mundo será siempre un lugar feliz y lleno de canciones.

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