Bibi, la Abeja que Soñaba con Volar Más Alto
Había una vez, en un campo lleno de flores de colores, una pequeña abeja llamada Bibi. Bibi era curiosa, trabajadora y siempre tenía muchas preguntas sobre el mundo. Vivía en una colmena dorada junto a su familia y a sus amigas abejas. Cerca de la colmena, corría un riachuelo brillante donde las mariposas iban a beber agua fresca.
Todas las mañanas, cuando el sol salía, Bibi salía volando con sus amigas para recolectar polen y néctar. Las flores se abrían con alegría y el aire olía dulce como la miel.
Pero Bibi no era como las demás abejas. Ella quería explorar y conocer cada rincón del campo. A veces, se preguntaba qué habría más allá del último girasol o al otro lado del riachuelo.
Un día, la Reina Abeja llamó a todas las abejas y dijo:
— ¡Hoy necesitamos hacer mucha miel! Es el día de la Gran Mielada.
Todas las abejas comenzaron a trabajar juntas. Unas recogían polen, otras néctar, y algunas ventilaban la colmena con sus alas.
Pero Bibi no podía dejar de mirar unas flores azules que estaban justo al otro lado del riachuelo. Nunca antes las había visto y su curiosidad era tan grande como una nube.
— ¿Y si las visito solo un momento? —pensó Bibi.
Así que voló hacia las flores azules. Eran preciosas y olían diferente. Bibi recogió un poco de néctar, pero el riachuelo era más ancho de lo que pensaba. Cuando quiso volver, se sintió cansada y el viento empezó a soplar fuerte.
— ¡Oh no! ¡No puedo regresar! —dijo asustada.
Bibi intentó volar, pero el viento la empujó hacia una rama. Allí se quedó, temblando y triste.
Mientras tanto, en la colmena, sus amigas notaron que Bibi no estaba.
— ¡Tenemos que ayudarla! —dijo una abeja llamada Lila.
Juntas, volaron por el campo buscándola. Finalmente, la encontraron en la rama, mojada y cansada.
— ¡Bibi, aquí estamos! —gritaron alegres.
Lila y las demás abejas se turnaron para empujar a Bibi con sus pequeñas alas. Poco a poco, la ayudaron a cruzar el riachuelo y regresar sanas y salvas a la colmena.
La Reina Abeja las recibió con una sonrisa.
— ¡Qué bueno que están todas de vuelta! Hoy hemos hecho mucha miel gracias al trabajo en equipo.
Bibi aprendió algo muy importante ese día. Se dio cuenta de que, aunque es hermoso explorar y ser curiosa, lo más valioso es trabajar juntas y ayudarse unas a otras.
Esa noche, mientras todas compartían la miel, Bibi les contó a las demás abejas lo bonitas que eran las flores azules y cómo se sentía afortunada de tener amigas tan valientes.
Desde entonces, Bibi siguió siendo curiosa, pero nunca olvidó pedir ayuda si la necesitaba y siempre trabajó en equipo con sus amigas.
Moraleja:
Trabajar en equipo y ayudar a los demás nos hace más fuertes y felices. Con esfuerzo y amistad, ¡podemos llegar muy lejos!