Draco y la Montaña de los Colores Brillantes

Draco y la Montaña de los Colores Brillantes

Draco y la Montaña de los Colores Brillantes

Había una vez, en lo alto de una montaña nevada, un pequeño dragón llamado Draco. Draco no era como los otros dragones. Mientras los demás tenían enormes alas y escupían fuego, Draco tenía alas cortas y en vez de fuego, lanzaba destellos de luz de colores. Muchos creían que Draco no era un verdadero dragón, pero él siempre sonreía y saludaba a todos con alegría.

La montaña donde vivía estaba cubierta de árboles llenos de escarcha. A veces, parecía un bosque de cristal. Entre los árboles, había cuevas que brillaban como si tuvieran estrellas dentro. Draco amaba explorar cada rincón, buscando nuevas cuevas y admirando cómo la luz rebotaba en las paredes.

El Gran Concurso de Invierno

Cada año, los animales de la montaña organizaban el Gran Concurso de Invierno. Era un día especial donde todos se reunían para jugar y celebrar. Había carreras, saltos y hasta una competencia de canto. Pero ese año, la nieve era tan profunda y resbalosa que casi nadie podía llegar a tiempo para preparar todo.

Draco, emocionado, fue a invitar a sus amigos: Lía la liebre, Tomás el zorro y Rulo el oso. Pero cuando llegó, escuchó que algunos animales decían:

—¡Draco no puede ayudarnos! Sus alas son muy pequeñas y no puede volar como los demás dragones.

Draco sintió un poco de tristeza, pero decidió no rendirse. Se acercó a Lía y le preguntó:

—¿Puedo ayudar en algo?

Lía miró a Draco y sonrió:

—¡Claro! Todos necesitamos ayuda, y tú eres muy valiente.

Un Problema en las Cuevas

Cuando fueron a las cuevas brillantes para buscar decoraciones, descubrieron que la entrada estaba bloqueada por un enorme bloque de hielo. Tomás el zorro intentó empujar, Rulo el oso golpeó el hielo, pero nada funcionó.

Draco pensó en sus destellos de luz. Se acercó, respiró hondo y lanzó un rayo de luz que brilló con todos los colores del arcoíris. El hielo comenzó a derretirse poco a poco, y pronto, la entrada estuvo libre.

Todos los animales aplaudieron a Draco. ¡Su luz había salvado el concurso! Dentro de las cuevas, recogieron piedras brillantes y ramas cubiertas de escarcha para decorar la plaza de juegos.

El Gran Trabajo en Equipo

De vuelta en la montaña, los amigos de Draco empezaron a organizar las actividades. Lía era rápida y podía saltar entre los árboles para colgar decoraciones. Tomás usaba su astucia para encontrar los mejores caminos en la nieve. Rulo, con su fuerza, ayudaba a cargar los objetos más pesados.

Draco, con sus luces de colores, iluminó todo el lugar. Pronto, la montaña parecía una fiesta de luciérnagas y estrellas. Los animales que antes dudaban de Draco se dieron cuenta de que cada uno tenía algo especial para aportar.

—¡Nunca habría sido tan bonito sin la luz de Draco! —dijo la lechuza anciana.

Los demás asintieron y sonrieron a Draco. Él se sintió feliz por ser aceptado.

El Concurso Más Brillante

Esa noche, el Gran Concurso de Invierno fue el más hermoso de todos. Hubo risas, juegos y canciones bajo la luz de la luna y los destellos de Draco. Los árboles cubiertos de escarcha brillaban aún más con los reflejos de sus luces.

Al final del día, los animales se reunieron para dar las gracias. La lechuza, que era la más sabia, habló en voz alta:

—Hoy hemos aprendido algo importante. Todos somos diferentes, pero cuando trabajamos juntos, podemos hacer cosas maravillosas. Draco nos enseñó que no importa cómo seas, siempre tienes algo especial para dar.

Draco sonrió, y su corazón se llenó de alegría. Desde ese día, nadie volvió a dudar de él ni de sus luces de colores.

La montaña nevada siguió siendo un lugar mágico, donde las diferencias se celebraban y todos trabajaban juntos para hacer de cada día una aventura brillante y especial.

Moraleja

¡Aceptar a los demás y trabajar juntos nos hace más fuertes y felices!

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