Erizo Tito y el Jardín de los Gigantes
Había una vez, en la orilla de un gran bosque, un pequeño erizo llamado Tito. Tito era muy tímido, pero en su interior guardaba una chispa de valentía que aún no conocía. Vivía con su mamá bajo una hoja enorme, donde se sentía seguro y tranquilo.
Una tarde soleada, mientras Tito jugaba con una bellota, escuchó un susurro entre los arbustos. Era su amigo Lolo el caracol.
—¡Tito! ¿Quieres venir conmigo a explorar el jardín secreto? —preguntó Lolo, moviendo sus antenas con emoción.
Tito dudó. Había escuchado historias sobre aquel jardín: plantas gigantes, flores que brillaban y túneles misteriosos que nadie había terminado de recorrer. A Tito le daban un poco de miedo los lugares nuevos. Pero también sentía curiosidad.
—Bueno… —dijo bajito—, pero solo si vamos despacio.
Lolo sonrió y juntos se metieron entre las hojas, siguiendo un camino de piedritas brillantes.
El jardín secreto
Al pasar los arbustos, Tito abrió los ojos muy grandes. ¡El jardín era enorme! Había girasoles tan altos como árboles, setas que parecían casas y enredaderas que formaban puentes sobre el suelo. Tito se sintió pequeño, pero también emocionado.
—¡Vamos por allí! —animó Lolo, señalando una entrada oscura entre las raíces de una planta gigante.
Tito tragó saliva. El túnel se veía misterioso y un poco tenebroso. Recordó lo que su mamá siempre le decía: "Si tienes miedo, respira hondo y da el primer paso. La valentía crece con cada paso que das".
Tito respiró hondo y entró al túnel junto a Lolo.
El túnel misterioso
Adentro, el túnel era fresco y olía a tierra húmeda. Se oían gotitas de agua cayendo y, de vez en cuando, el eco de algún insecto. Tito sentía cómo su corazón latía rápido, pero mantenía la calma. Caminaban despacio, dejando que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad.
De repente, escucharon un ruido extraño. Tito se detuvo. ¿Un monstruo? ¿Un animal desconocido?
—¿Qué fue eso? —susurró Tito, agarrando su bellota con fuerza.
—No lo sé —dijo Lolo, pero su voz sonaba tranquila—. Sigamos juntos.
Al doblar una esquina, se encontraron con una luciérnaga atrapada debajo de una hoja. Tito se olvidó de su miedo y corrió a ayudarla. Con sus pequeñas patitas, levantó la hoja y la luciérnaga salió volando, iluminando el túnel con una luz dorada.
—¡Gracias, Tito! —dijo la luciérnaga—. ¡Te acompañaré para que no tengas miedo en la oscuridad!
Tito sonrió. ¡Había sido valiente y ahora tenía una amiga luminosa!
El jardín de las maravillas
Cuando salieron del túnel, el jardín era aún más hermoso. Había flores que cantaban, mariposas que danzaban en el aire y un estanque donde las ranas jugaban a las escondidas. Tito se sentía feliz y orgulloso. Había enfrentado su miedo y eso le había traído nuevas amistades.
Lolo y Tito corrieron por el jardín, explorando cada rincón. Subieron a una seta gigante y desde allí pudieron ver todo el jardín. Tito se dio cuenta de que el lugar no era tan aterrador como pensaba. Solo necesitaba atreverse a dar el primer paso.
De repente, escucharon un grito suave. Era Mimi la ratoncita, que había quedado atrapada en una telaraña. Tito no lo pensó dos veces. Con la ayuda de Lolo y la luciérnaga, se acercó con cuidado y liberó a Mimi. Ella les agradeció mucho y prometió ser su amiga para siempre.
Tito se dio cuenta de que, gracias a su valentía, no solo había superado su miedo, sino que también había ayudado a otros y hecho nuevos amigos.
El regreso
El sol comenzaba a ocultarse y Tito y sus amigos decidieron regresar a casa. Mientras caminaban, Tito se sentía diferente. Ya no era solo un erizo tímido; ahora sabía que podía ser valiente cuando lo necesitaba.
Al llegar a su hoja, Tito le contó a su mamá todo lo que había vivido. Ella lo abrazó fuerte y le dijo:
—Estoy muy orgullosa de ti, Tito. Has aprendido que la valentía no significa no tener miedo, sino seguir adelante a pesar de él.
Esa noche, Tito se durmió feliz. Sabía que, aunque a veces los lugares nuevos asustan, basta con confiar en uno mismo y dar el primer paso. Así, la valentía crece y se descubren cosas maravillosas.
Moraleja: Si tienes miedo, recuerda que todos podemos ser valientes. Confiar en uno mismo y dar el primer paso puede llevarte a descubrir amigos y aventuras increíbles.