La Ardilla Lila y el Gran Tesoro del Parque

La Ardilla Lila y el Gran Tesoro del Parque

La Ardilla Lila y el Gran Tesoro del Parque

En el Parque de los Secretos, lleno de árboles altos y senderos misteriosos, vivía una ardilla llamada Lila. Lila no era una ardilla común. Tenía una cola esponjosa y brillante, y lo que más le gustaba en el mundo era explorar y ayudar a sus amigos.

Todas las mañanas, Lila se despertaba con el canto de los pájaros y salía de su nido en la copa de un viejo roble. Su parque era un lugar mágico, con escondites secretos bajo raíces, túneles entre los arbustos y ramas que formaban puentes en el aire.

Un día soleado, mientras Lila jugaba a buscar nueces, escuchó un suave sollozo detrás de un tronco caído. Se acercó y vio a su amigo, el ratón Tito, con los bigotes temblando.

—¿Qué te pasa, Tito? —preguntó Lila, preocupada.

—Perdí mi bellota especial. Era la más grande que había encontrado. Ahora no sé qué haré para la merienda —dijo Tito, triste.

Lila pensó por un momento y sonrió.

—¡Vamos a buscarla juntos! ¡Dos amigos buscan mejor que uno!

Tito se animó un poco, y juntos empezaron la búsqueda. Buscaron entre las hojas, debajo de las piedras y dentro de un pequeño agujero, donde vivía una familia de lombrices.

Mientras buscaban, se les unió Pina, la pajarita azul. Pina traía una ramita en el pico y les preguntó qué hacían. Cuando escuchó la historia, dijo:

—¡Yo también quiero ayudar!

Los tres amigos exploraron el parque de arriba a abajo. Buscaron en el escondite bajo el sauce llorón, en la cueva del zorro (que estaba vacía) y hasta en la casa del topo.

En cada rincón, Lila compartía sus hallazgos. Si encontraba una avellana, la partía y la repartía entre todos. Si hallaba un lugar divertido, invitaba a sus amigos a saltar y rodar juntos.

De pronto, mientras Lila subía por la rama más alta de un abeto, vio algo brillar entre las hojas. ¡Era la bellota especial de Tito! Pero también vio algo más: una caja vieja y polvorienta.

Lila avisó a sus amigos:

—¡Vengan rápido! ¡Hay algo aquí!

Tito y Pina subieron con cuidado. Juntos, con un poco de esfuerzo, abrieron la caja. ¡Estaba llena de nueces, bellotas y semillas de todos los tamaños y colores!

—¡Es un tesoro escondido! —exclamó Pina.

—¡Y aquí está mi bellota! —gritó Tito, feliz.

Lila miró a sus amigos y luego al tesoro. Pensó en lo bien que se sentía haber encontrado la bellota de Tito, pero también en lo importante que era compartir.

—Este tesoro no es solo mío ni de uno solo. Es para todos. Si lo compartimos, todos en el parque podrán disfrutar —dijo Lila.

Los tres amigos bajaron la caja con mucho cuidado. Llamaron a la tortuga Tina, al conejo Coco y hasta a la familia de lombrices. Pronto, todos los animales del parque estaban reunidos, sonriendo y saboreando el tesoro.

Aquel día, el parque se llenó de risas y juegos. Todos comieron juntos y contaron historias bajo la sombra de los árboles altos.

Cuando el sol empezó a ocultarse, Lila se sintió muy feliz. Había encontrado un tesoro, sí, pero lo más valioso era la alegría de ayudar y compartir con sus amigos.

Desde entonces, Lila la ardilla fue conocida como la más generosa y valiente del Parque de los Secretos. Y todos aprendieron que cuando uno ayuda y comparte, la felicidad se multiplica.

Moraleja: Ayudar a los amigos y compartir lo que tenemos nos hace más felices a todos.

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