La Gran Salto de Lila la Rana Soñadora
En una laguna mágica rodeada de nenúfares verdes y libélulas que brillaban como pequeñas estrellas, vivía una rana llamada Lila. Lila era una rana divertida y soñadora, siempre cantando canciones alegres y soñando con aventuras increíbles.
El gran sueño de Lila
Lila tenía un gran sueño: quería saltar más alto que ninguna otra rana de la laguna. Cada día, veía cómo las libélulas volaban por encima de los nenúfares y pensaba:
—¡Algún día saltaré tan alto que podré tocarlas!
Sus amigos, el pez Tico, la tortuga Nina y el caracol Rulo, la escuchaban con atención. Algunos decían que era imposible, pero Lila no dejaba de intentarlo.
Los primeros intentos
Cada mañana, Lila se preparaba. Tomaba aire, flexionaba sus patas y ¡zas! Saltaba sobre los nenúfares. Al principio, solo llegaba a los más cercanos. A veces se resbalaba y caía en el agua con un gran ¡plaf!
Los demás animales la miraban y se reían, pero Lila no se enojaba. Se sacudía las gotas y volvía a intentarlo.
—¡No te rindas, Lila! —le animaba Tico, el pez.
—¡Tú puedes! —decía Nina, la tortuga, moviendo despacio sus patas.
Pero había días en que Lila se sentía cansada. Veía a las libélulas tan lejos y pensaba si alguna vez lograría alcanzarlas.
La rana visita la orilla mágica
Un día, mientras descansaba en la orilla, Lila vio una libélula brillante que se posó junto a ella. Sus alas relucían con los colores del arcoíris.
—Hola, Lila —dijo la libélula con voz suave—. He visto cómo saltas todos los días. ¿Por qué quieres saltar tan alto?
—Quiero ver el mundo desde arriba y sentirme libre como tú —respondió Lila con una sonrisa.
La libélula la miró con ternura.
—No importa cuántas veces caigas, lo importante es seguir intentándolo. Cada salto te acerca más a tu sueño.
Lila sintió que su corazón se llenaba de energía. Decidió que nunca se rendiría.
El concurso de saltos
Unos días después, la laguna se llenó de emoción. Las ranas organizaron el Gran Concurso de Saltos. Todas querían ver quién saltaba más alto.
Lila se apuntó, aunque algunos se rieron de ella.
—¿Para qué lo intentas, Lila? —decían algunas ranas—. Nadie puede saltar tan alto.
Pero Lila solo pensaba en su sueño. Cerró los ojos y se imaginó volando junto a las libélulas.
El gran salto
Llegó su turno. Lila se puso sobre el nenúfar más grande, respiró hondo, flexionó sus patas y… ¡saltó!
Sintió el viento en su cara y las gotas de agua en el aire. Subió, subió… y subió un poco más. Durante un segundo, vio a las libélulas volando a su lado. Sus alas brillaban y Lila sintió que su sueño se hacía realidad.
Cayó en el agua con un gran chapuzón. Todos se quedaron en silencio. Luego, comenzaron a aplaudir y a gritar:
—¡Lila, lo lograste!
La sorpresa de las libélulas
Esa noche, las libélulas volaron en círculo sobre la laguna. Una de ellas descendió y le entregó a Lila una pequeña corona hecha de pétalos.
—Eres la rana soñadora que nunca se rinde —dijo la libélula—. Por eso, hoy eres la Reina del Gran Salto.
Lila sonrió feliz. Sus amigos la abrazaron y celebraron bailando bajo la luz de la luna.
La enseñanza de Lila
Desde ese día, cada vez que una rana decía que no podía hacer algo, Lila le contaba su historia:
—Si crees en ti y nunca te rindes, ¡puedes lograr cosas maravillosas!
La laguna mágica se llenó de ranas soñadoras, saltando cada día más alto y riendo juntas. Y Lila, la rana divertida y soñadora, siguió buscando nuevas aventuras, siempre con una sonrisa y un gran sueño en el corazón.
Moraleja:
Si nunca te rindes y sigues persiguiendo tus sueños, algún día los alcanzarás, ¡igual que Lila tocó a las libélulas en el cielo!