Lila y el Gran Tesoro del Parque

Lila y el Gran Tesoro del Parque

Lila y el Gran Tesoro del Parque

1. En el corazón de la ciudad, había un parque muy especial. Tenía árboles altos, columpios de colores y caminos secretos entre los arbustos. Allí vivía Lila, una ardilla traviesa con una gran cola esponjosa y unos ojos chispeantes de alegría. A Lila le encantaba saltar de rama en rama, esconder nueces, y descubrir todos los rincones del parque. Pero, lo que más le gustaba, era hacer nuevos amigos y compartir aventuras con ellos.

2. Cada mañana, Lila despertaba temprano. Se estiraba, sacudía su cola y corría a ver qué había de nuevo en el parque. Sus amigos, el conejo Simón, la tortuga Tina y el pajarito Pico, siempre la esperaban junto a los columpios. Juntos jugaban, inventaban juegos, y a veces, encontraban pequeños tesoros escondidos como bellotas, piedritas de colores o plumas caídas.

3. Un día, después de una noche de lluvia, Lila encontró algo brillante bajo un montón de hojas. Emocionada, llamó a sus amigos:

—¡Vengan rápido! ¡He encontrado algo increíble!

Simón, Tina y Pico corrieron a su lado. Entre todos, apartaron las hojas y descubrieron una cajita dorada. Tenía una cerradura en forma de estrella y brillaba con la luz del sol. Pico, curioso, preguntó:

—¿Qué habrá dentro?

Lila sonrió con picardía:

—¡Vamos a averiguarlo!

4. Buscaron por todo el parque alguna pista para abrir la cajita. Revisaron el tobogán, miraron bajo los columpios y hasta preguntaron a la anciana tortuga Matilde, que siempre tenía buenos consejos. Finalmente, fue Tina quien encontró una pequeña llave atada a una rama baja, cerca de un escondite secreto donde Lila solía guardar nueces.

—¡Miren! ¿Será esta la llave?

—¡Prueba, Tina! —animó Lila.

5. Con mucho cuidado, Tina colocó la llave en la cerradura de la cajita y la giró. ¡Clic! La cajita se abrió lentamente. Dentro, había muchas nueces doradas, piedritas de colores y una nota escrita con letras bonitas. Pico leyó en voz alta:

—"El verdadero tesoro del parque es la amistad y el compartir. Usa estos regalos para hacer felices a todos los amigos."

Lila miró a sus amigos y luego a la cajita. Sabía que tenía una decisión importante. Podía guardar el tesoro solo para ella o compartirlo con todos.

6. Lila pensó en lo feliz que se sentía cuando jugaba con sus amigos. Recordó todas las veces que Simón le había ayudado a encontrar nueces, Tina le había prestado su caparazón para esconderse de la lluvia, y Pico le había contado historias divertidas mientras anidaba en su árbol favorito.

Entonces, Lila sonrió con su mejor sonrisa y dijo:

—¡Vamos a compartir el tesoro! Así todos podremos disfrutarlo juntos.

Sus amigos aplaudieron y saltaron de alegría. Lila repartió las nueces y las piedritas de colores entre todos. También invitaron a otros animales del parque: a la ratoncita Lulú, el topo Tomás, y la mariposa Azul. Pronto, todos tenían una parte del tesoro y se sentían muy felices.

7. Pero la aventura no terminaba ahí. Lila tuvo una nueva idea:

—¿Y si usamos las piedritas de colores para decorar el parque? Así todos podrán disfrutar de su belleza.

Con entusiasmo, todos comenzaron a decorar. Pusieron piedritas alrededor de los columpios, hicieron dibujos en la tierra y llenaron los escondites secretos de colores. El parque se volvió aún más alegre y bonito. Los niños que jugaban en el parque se sorprendieron al ver tantos colores nuevos y preguntaron a los animales cómo lo habían hecho.

Lila y sus amigos contaron la historia del gran tesoro y cómo, al compartirlo, el parque se volvió más especial para todos.

8. Unos días después, llegó un pequeño ratón nuevo al parque. Se llamaba Nico y parecía tímido. No conocía a nadie y se sentó solito bajo un árbol. Lila lo vio y, sin dudarlo, corrió hacia él con una nuez dorada y una piedrita azul.

—Hola, soy Lila. ¿Quieres jugar con nosotros? Te regalo una parte de nuestro tesoro.

Nico sonrió y aceptó encantado. Pronto, Nico se unió al grupo y juntos vivieron muchas aventuras. Lila se dio cuenta de que compartir no solo hacía felices a los demás, sino también a ella misma.

9. Al final del día, todos los amigos se reunieron bajo el árbol más grande del parque. Allí, Lila les recordó la enseñanza que había encontrado en la nota:

—No importa cuántos tesoros encontremos. Lo más valioso es tener amigos y aprender a ayudar y compartir. Así, el parque siempre será un lugar mágico para todos.

Todos asintieron y, mirando a su alrededor, vieron el parque más hermoso y lleno de alegría que nunca. Lila, la ardilla traviesa y generosa, se sintió tan feliz que su cola esponjosa parecía brillar bajo el sol de la tarde.

10. Desde aquel día, cada vez que encontraban un pequeño tesoro, Lila y sus amigos lo compartían con todos los que llegaban al parque. Y así, el parque se llenó de amistad, risas y colores, porque aprendieron que los mejores tesoros son los que se comparten con los demás.


Moraleja:

Compartir y ayudar a los amigos hace que la vida sea más bonita y divertida. Juntos, todo es mejor.

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