Luna, la Mariposa que Venció sus Miedos
En un prado primaveral lleno de flores de todos los colores, árboles frutales y pequeños arroyos brillantes, vivía una mariposa llamada Luna. Luna era una mariposa alegre, siempre sonreía y saludaba a todos los insectos del prado. Pero, aunque parecía valiente, en su corazón guardaba algunos miedos.
La mariposa de alas hermosas
Luna tenía unas alas de colores brillantes: azul, amarillo y rosa. Le gustaba volar sobre los lirios y bailar con el viento. Sin embargo, había algo que no se atrevía a hacer: cruzar el gran arroyo que dividía el prado en dos.
—¿Por qué no vuelas hasta el otro lado, Luna? —le preguntaba su amiga, la mariquita Lila.
—Me da miedo caer al agua —respondía Luna, bajando la voz.
Cada día, Luna miraba a sus amigos al otro lado, jugando bajo los árboles frutales, y soñaba con acompañarlos. Pero el miedo la detenía.
El consejo de Don Gusano
Un día, mientras descansaba en una margarita, Luna conoció a Don Gusano, el más sabio del prado.
—Luna, ¿qué te preocupa? —le preguntó con voz suave.
—Quiero volar al otro lado del arroyo, pero tengo miedo de no lograrlo.
Don Gusano se arrastró hasta ella y le susurró:
—Todos tenemos miedos, pero si crees en ti misma, puedes lograr cosas increíbles. Recuerda: antes de ser mariposa, yo también tuve miedo a cambiar.
Luna pensó mucho en esas palabras. Se dio cuenta de que creer en uno mismo era el primer paso para vencer el miedo.
Los preparativos de Luna
Esa noche, Luna decidió que debía intentarlo. Quería ver el otro lado, jugar con sus amigos y probar los dulces frutos de los árboles. Habló con Lila y con Tilo, el saltamontes, que le prometieron animarla desde la orilla.
Luna estiró sus alas, practicó vuelos cortos y observó cómo el viento soplaba sobre el arroyo. Cada vez se sentía más segura.
El gran día
Llegó la mañana. El prado estaba más hermoso que nunca. Las flores se abrían al sol y el arroyo cantaba una melodía alegre. Luna se posó en una rama cerca del agua. Sus amigos la miraban con atención.
—¡Tú puedes, Luna! —gritó Lila desde la otra orilla.
Luna respiró hondo. Recordó las palabras de Don Gusano y pensó en lo fuerte y valiente que era. Agitó sus alas y, con un salto, se elevó en el aire.
El vuelo de la valentía
El viento la ayudó a avanzar. Luna volaba más alto que nunca. Sintió un poco de miedo, pero también mucha emoción. Miró abajo y vio el arroyo brillando. Dudó un segundo, pero siguió adelante.
De repente, una ráfaga de viento la hizo girar. Por un momento, pensó que caería. Pero recordó que podía confiar en sí misma. Mantuvo sus alas firmes y volvió a tomar el control.
—¡Sigue, Luna! —animaban sus amigos.
Con un último esfuerzo, Luna cruzó el arroyo y aterrizó suavemente sobre una flor roja al otro lado.
Una gran celebración
Todos los insectos del prado aplaudieron y rodearon a Luna. Lila y Tilo la abrazaron. Luna estaba feliz y orgullosa. Había vencido su miedo y ahora podía disfrutar de los árboles frutales, las flores nuevas y los juegos con sus amigos.
—¡Eres muy valiente, Luna! —le decían todos.
Esa tarde, organizaron una fiesta bajo el manzano más grande. Luna probó deliciosas frutas y bailó con sus amigos al ritmo del canto de los grillos.
La lección de Luna
Desde ese día, Luna ayudó a otros insectos que sentían miedo. Les contaba su historia y les enseñaba a creer en ellos mismos.
—Cuando confías en ti, puedes volar tan lejos como desees —decía Luna sonriente.
El prado primaveral se llenó de mariposas y bichitos valientes que, gracias a Luna, aprendieron a enfrentar sus propios miedos.
Moraleja:
Si crees en ti mismo y te animas a superar tus miedos, descubrirás que eres más fuerte y valiente de lo que imaginas.