Mariposa Lila y el Valle de los Colores

Mariposa Lila y el Valle de los Colores

Mariposa Lila y el Valle de los Colores

Había una vez, en un campo enorme y brillante, una mariposa alegre y curiosa llamada Lila. Sus alas parecían pintadas con los colores del arcoíris: tenía puntos azules, rayas naranjas y puntitos amarillos. Lila amaba volar y descubrir cosas nuevas.

Cada mañana, Lila saludaba al sol y a las nubes. Luego, revoloteaba entre las flores de todos los colores: rosas, violetas, rojas, blancas y hasta algunas doradas que brillaban como el sol. El campo era un lugar mágico, lleno de aromas y con pequeños arroyos que cantaban suavemente al pasar.

El vuelo de la curiosidad

Un día, mientras jugaba con el viento, Lila escuchó una voz suave:

—¡Hola! ¿Quieres jugar?

Era una abeja rechonchita de alas cortas. Tenía rayas negras y amarillas, y sus patitas estaban llenas de polen. Se llamaba Meli. Lila se acercó, feliz de conocer a alguien nuevo.

—¡Claro que sí! —respondió Lila—. ¿Jugamos a buscar la flor más perfumada?

Juntas, volaron y buscaron flores por todo el campo. Descubrieron una flor azul que olía a lluvia, una flor roja que parecía fuego y una flor blanca tan suave como una nube.

Los diferentes habitantes del campo

Mientras exploraban, Lila y Meli conocieron a otros amigos:

  • Tomás, el saltamontes verde que daba saltos enormes.
  • Rita, la oruga peluda que soñaba con volar algún día.
  • Paco, el caracol de concha brillante y paso lento.
  • Sofi, la libélula azul que volaba rapidísimo sobre el arroyo.

Cada uno era diferente: Tomás podía saltar alto, Rita tenía paciencia, Paco se movía despacio pero veía todo con detalle, y Sofi era rápida como el viento.

Un pequeño problema

Un día, mientras jugaban cerca del arroyo, escucharon unas voces tristes. Era un grupo de margaritas blancas que susurraban:

—Nadie quiere jugar con nosotras. Todos prefieren las flores de colores brillantes.

Lila se acercó y vio que las margaritas eran igual de bonitas, pero su color era más sencillo. Algunas mariposas decían que eran "aburridas".

Lila sintió tristeza. Recordó cuando era pequeña y algunos decían que sus alas tenían demasiados colores y no combinaban bien. Pero ella sabía que cada mariposa era especial.

La gran idea de Lila

Lila tuvo una idea. Reunió a todos en el centro del campo y les habló con voz alegre:

—¡Amigos! ¿Por qué no hacemos una fiesta de los colores? Cada uno puede mostrar lo que lo hace especial. Así veremos que la diversidad es lo que hace hermoso a nuestro hogar.

Todos estuvieron de acuerdo. Prepararon la fiesta con entusiasmo.

La fiesta de los colores

El día de la fiesta, cada habitante del campo mostró su talento y su belleza:

  • Las margaritas blancas formaron una alfombra suave donde todos podían descansar.
  • Las flores rojas y azules hicieron un arco de colores.
  • Tomás saltó sobre las flores, Rita contó historias, Paco hizo carreras lentas y Sofi organizó carreras rápidas.
  • Meli trajo miel para todos.

Lila voló en círculos, dejando ver sus alas coloridas. Todos se sentían felices y orgullosos de ser diferentes.

Una lección para recordar

Al final de la fiesta, Lila habló otra vez:

—Hoy aprendimos algo importante: cada uno de nosotros es especial. Las diferencias nos hacen únicos y, juntos, hacemos de este campo un lugar maravilloso.

Todos aplaudieron. Las margaritas ya no estaban tristes. Las mariposas entendieron que no importa el color de las alas o de los pétalos, sino el respeto y la amistad.

Desde ese día, el campo fue aún más alegre. Todos jugaban juntos y aprendían unos de otros. Lila siguió siendo la mariposa más curiosa, pero ahora también era la más sabia.

Y así, entre flores, amigos y colores, Lila y sus compañeros vivieron muchas aventuras, recordando siempre que la diversidad es la mayor riqueza del valle.

FIN

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