Max, el Ratón y la Biblioteca de los Libros Mágicos
Había una vez un pequeño ratón llamado Max. Max no era un ratón común y corriente. Era valiente y, sobre todo, muy curioso. Vivía en una antigua biblioteca que estaba llena de libros mágicos y pasadizos secretos.
La biblioteca misteriosa
La biblioteca era enorme. Tenía estanterías tan altas que parecían tocar el cielo, y el olor a papel antiguo llenaba el aire. Por las noches, cuando todos los humanos se iban a casa, Max salía de su agujerito en la pared y recorría la biblioteca con sus pequeños pasos.
Max amaba los libros. Le gustaba subirse sobre ellos y, aunque no podía leer como los humanos, le encantaba imaginar sobre qué trataban. Siempre se preguntaba: "¿Qué historias esconderán estos libros? ¿Habrá mundos mágicos dentro de ellos?".
El libro dorado
Una noche, mientras Max exploraba una estantería polvorienta, vio algo que brillaba entre los libros. Era un libro dorado, más grande que él y con una cerradura misteriosa. Max sintió un cosquilleo de emoción. Tenía que descubrir qué había dentro.
Con mucho cuidado, trepó por los lomos de los libros hasta llegar al libro dorado. Al tocarlo, la cerradura hizo clic y se abrió sola. De repente, una suave luz dorada llenó la sala y, ¡zas!, Max fue absorbido por las páginas.
Un mundo de historias
Max se encontró en un lugar mágico. Por todas partes, flotaban palabras y letras. Había árboles de papel y ríos de tinta. De pronto, una rana con sombrero le saludó.
—¡Hola, Max! Bienvenido al Mundo de las Historias. Aquí viven todos los cuentos y aventuras que existen.
Max estaba fascinado. Caminó por senderos hechos de versos y saludó a personajes de los libros: una princesa que volaba en dragón, un pirata con pata de palo y un payaso que lanzaba confeti de colores.
Cada vez que Max preguntaba algo, los personajes le contaban una historia diferente.
—¿Por qué vuelas en dragón? —preguntó Max a la princesa.
—¡Porque los libros me enseñaron a soñar! —respondió ella.
Max se dio cuenta de que cada historia abría una puerta nueva en su imaginación.
El reto del Guardián de las Palabras
De pronto, un búho muy sabio apareció volando y se posó frente a Max.
—Soy el Guardián de las Palabras —dijo el búho—. Para regresar a tu mundo, debes responder una pregunta: ¿Por qué crees que es importante ser curioso y leer historias?
Max pensó un momento y luego respondió:
—La curiosidad me hace querer descubrir cosas nuevas, y los libros me ayudan a entender el mundo y a soñar con aventuras increíbles.
El búho sonrió y desplegó sus grandes alas.
—¡Has respondido muy bien, Max! Recuerda siempre que los libros son puertas a la imaginación y el conocimiento. ¡Nunca dejes de ser curioso!
El regreso y la gran idea
En un parpadeo, Max volvió a la biblioteca. El libro dorado estaba cerrado, pero ahora brillaba con una luz especial. Max sabía que había vivido una aventura mágica.
Esa noche, Max tuvo una gran idea. Empezó a invitar a los demás ratones de la biblioteca para contarles las historias que había escuchado. Pronto, todos los ratones esperaban ansiosos la hora del Cuentacuentos de Max.
Cada noche, Max narraba una nueva aventura, y todos los ratones aprendieron a amar los libros y a hacer preguntas sobre el mundo que les rodeaba.
Moraleja
Desde ese día, la biblioteca nunca volvió a estar silenciosa. Las risas y susurros de los ratones llenaban el aire, mientras aprendían juntos algo muy especial: ser curioso y leer te lleva a lugares mágicos, y compartir historias hace que todos seamos más sabios y felices.
Y así, Max, el ratón valiente y curioso, se convirtió en el mejor amigo de los libros. Y tú, ¿ya tienes una historia favorita para compartir?