Max y los Libros Mágicos de la Gran Biblioteca

Max y los Libros Mágicos de la Gran Biblioteca

Max y los Libros Mágicos de la Gran Biblioteca

1. En una ciudad muy antigua, había una biblioteca enorme que parecía un castillo de cuentos. Sus puertas de madera crujían al abrirse y sus estantes subían hasta el techo. Allí vivía Max, un pequeño ratón de pelaje gris y ojos brillantes. Max no era como los demás ratones: era valiente y, sobre todo, muy creativo. Le gustaba imaginar historias y descubrir cosas nuevas cada día.

2. Max vivía en un rincón secreto, detrás de un libro muy grande sobre mapas del mundo. Desde allí, podía ver a niños y adultos entrar y salir con libros bajo el brazo. Pero lo que más le gustaba era explorar la biblioteca cuando todos se iban y el silencio reinaba. “¡Hoy será un día de aventuras!”, pensaba Max mientras afilaba sus pequeños bigotes.

3. Una noche, Max notó un brillo extraño en uno de los pasillos. Se acercó con cuidado y vio que un libro muy viejo resplandecía. La portada tenía letras doradas y dibujos de dragones, castillos y estrellas. Max, curioso, empujó la tapa con sus patitas y, para su sorpresa, ¡el libro comenzó a hablar!

—¡Hola, Max! Soy el Libro de la Imaginación. ¿Quieres vivir una aventura mágica?

Max se asustó un poco, pero su valentía fue mayor. Saltó dentro del libro y, de repente, todo cambió a su alrededor.

4. Max se encontró en un mundo lleno de colores y personajes fantásticos. Había un bosque de árboles de caramelo, ríos de tinta azul y mariposas hechas de papel. Max sabía que estaba dentro de una historia mágica. Pero pronto escuchó una voz preocupada:

—¡Ayuda! ¡No podemos salir de aquí!

Max siguió la voz y encontró a otros pequeños ratones: Lila, Tom y Nico. Estaban perdidos entre las páginas gigantes del libro.

—No sabemos cómo volver a la biblioteca —dijo Lila con voz temblorosa.

Max pensó rápido. Sabía que, para salir, necesitaban imaginación y trabajo en equipo.

5. Max reunió a sus nuevos amigos y les propuso un plan:

—Si usamos nuestra imaginación, podemos encontrar la salida. Pero debemos ayudarnos entre todos.

Juntos, comenzaron a buscar pistas en el bosque de caramelo. Tom, que era bueno observando, vio un camino de letras doradas. Nico, que era muy ágil, subió a lo alto de un árbol y vio una puerta secreta al final del río de tinta.

—¡Por allí! —gritó Nico desde arriba.

6. Pero para llegar a la puerta, tenían que cruzar el río. Max usó su creatividad:

—Si recogemos hojas de papel de las mariposas y las unimos, podemos hacer una balsa.

Todos trabajaron juntos. Lila ató las hojas con ramitas, Tom buscó palitos para remar y Nico ayudó a empujar la balsa al agua. Max, con mucho cuidado, dirigió la balsa por el río de tinta, esquivando remolinos y gotas de historias viejas.

7. Al llegar a la orilla, encontraron la puerta secreta, pero estaba cerrada con un candado en forma de signo de interrogación. Sobre él, había un mensaje:

“Para abrir esta puerta, deben inventar una historia juntos y decirla en voz alta.”

Max sonrió. ¡Era un reto perfecto para ellos! Se sentaron juntos y, usando su imaginación, inventaron una historia sobre una ciudad de ratones valientes que rescataban a sus amigos y construían puentes mágicos con palabras.

Cuando terminaron de contar la historia, el candado brilló y la puerta se abrió lentamente.

8. Al otro lado de la puerta, los ratoncitos volvieron a la biblioteca. Todo seguía en silencio, pero algo había cambiado. Ahora, los libros mágicos los saludaban con destellos de luz y susurros alegres. Max y sus amigos se abrazaron, felices de estar juntos y a salvo.

—¡Lo logramos porque imaginamos y trabajamos juntos! —dijo Max con orgullo.

Los demás asintieron y, desde ese día, se convirtieron en un gran equipo de exploradores de la biblioteca.

9. Cada noche, después de que los lectores se iban, Max y sus amigos recorrían los pasillos secretos, descubriendo nuevos libros mágicos y resolviendo acertijos. Aprendieron que, con creatividad y colaboración, podían superar cualquier reto. A veces, compartían sus historias con otros ratones y hasta con los niños que venían a leer por el día.

10. Un día, la bibliotecaria encontró pequeñas huellas y dibujos en los márgenes de un libro de cuentos. Sonrió, pensando que la biblioteca era aún más mágica de lo que imaginaba. Max, desde su rincón secreto, la vio y supo que su mundo de aventuras y amistad seguiría creciendo siempre que usaran la imaginación y el trabajo en equipo.


Moraleja:

Cuando usamos la imaginación y trabajamos juntos, podemos lograr cosas increíbles y vivir aventuras mágicas.

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