Olmo, el Búho y las Luces del Bosque

Olmo, el Búho y las Luces del Bosque

Olmo, el Búho y las Luces del Bosque

1. En un bosque muy especial, donde los árboles eran gigantes y las ramas tocaban el cielo, vivía un búho llamado Olmo. Olmo era un búho joven, de plumas suaves y ojos grandes y brillantes. Le encantaba mirar todo a su alrededor y hacer preguntas sobre todo lo que veía. Era muy curioso y, sobre todo, muy amigable con todos los animales del bosque.

2. Cada noche, cuando el sol se escondía, el bosque se llenaba de luciérnagas que volaban entre las hojas. Parecía que el bosque entero se iluminaba con pequeñas estrellas danzantes. A Olmo le fascinaban las luciérnagas, pero también le gustaba escuchar los sonidos del bosque. Siempre decía:

—¡Quiero saber más! ¿Cómo brillan las luciérnagas? ¿Por qué los árboles son tan altos? ¿Qué historias tendrán los demás animales?

3. Una tarde, Olmo decidió que quería aprender algo nuevo. Voló hasta la rama más alta de un roble enorme y observó a sus amigos. Vio a la ardilla Susi saltando feliz entre las ramas, al ciervo Bruno rascando la corteza de un árbol, y a la rana Rita cantando junto al lago.

—Hoy voy a preguntarles a mis amigos sobre sus secretos —pensó Olmo—. ¡Seguro aprenderé muchas cosas!

4. Olmo bajó primero donde estaba Susi, la ardilla.

—Hola, Susi, ¿tú sabes por qué eres tan rápida?

Susi sonrió y le respondió:

—Claro, Olmo. Practico todos los días saltando de rama en rama. Además, siempre escucho los consejos de mi abuela ardilla sobre cómo aterrizar suave.

Olmo escuchó con atención y agradeció a Susi por sus palabras.

5. Luego, Olmo voló cerca del lago, donde Rita la rana ensayaba su canto.

—Hola, Rita, ¿cómo haces para cantar tan bonito cada noche?

Rita infló su barriga y le contó:

—Practico con las demás ranas y escucho los sonidos del agua y del viento. Así aprendo nuevas melodías y nunca dejo de intentarlo.

Olmo abrió mucho los ojos. No sabía que las ranas aprendían unas de otras. Se despidió de Rita y pensó en lo importante que es escuchar a los amigos.

6. Más tarde, Olmo encontró a Bruno, el ciervo, bajo la sombra de un árbol gigante.

—Hola, Bruno, ¿por qué tus cuernos crecen tanto?

Bruno se rió suavemente y le explicó:

—Mis cuernos crecen porque como muchas hojas y frutas. Pero también porque escucho a los ciervos mayores, que me enseñan a cuidarme y a tener paciencia.

Olmo se sentó junto a Bruno y escuchó otras historias sobre el bosque. Aprendió sobre los árboles más viejos, las raíces profundas y cómo todos los animales se ayudan entre sí cuando es necesario.

7. Cuando cayó la noche, Olmo voló hasta una rama alta y observó cómo las luciérnagas iban encendiendo sus luces una a una. Se acercó a una luciérnaga llamada Luma, que bailaba en el aire.

—Hola, Luma, ¿cómo haces para brillar así?

Luma flotó cerca y le dijo:

—Nosotras brillamos para hablar entre nosotras y para que los demás nos encuentren en la oscuridad. Aprendemos mirando a las luciérnagas mayores y escuchando sus señales de luz.

Olmo se quedó pensando en todas las cosas que había aprendido esa noche. Cada animal tenía algo especial que compartir y todos aprendían unos de otros.

8. Olmo se dio cuenta de que saber escuchar era tan importante como hacer preguntas. Si uno escucha, aprende secretos, historias y consejos que no están en los libros ni en las palabras rápidas. Sintió gratitud por sus amigos y por todo lo que le habían enseñado.

9. En la siguiente reunión de animales, Olmo compartió lo que había aprendido. Les contó que Susi practicaba cada día, que Rita aprendía escuchando el agua y el viento, y que Bruno crecía escuchando a los ciervos mayores. Todos los animales se sintieron orgullosos de compartir sus secretos y escucharon con mucha atención.

Esa noche, el bosque parecía más brillante que nunca. Las luciérnagas volaban en grandes grupos, y Olmo supo que, aprendiendo de los demás, todos podían ser mejores y más felices.

10. Desde entonces, Olmo fue conocido como el búho que escuchaba y aprendía algo nuevo cada día. Y cada vez que alguien tenía una duda, iba a buscar a Olmo, porque sabían que él siempre iba a escuchar con atención y compartir lo que había aprendido de sus amigos.


Moraleja:

Escuchar a los demás y aprender cosas nuevas nos ayuda a crecer y a ser mejores amigos. Siempre hay algo valioso que podemos descubrir si prestamos atención a quienes nos rodean.

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