Ratón Melodía y la Gran Banda Subterránea

Ratón Melodía y la Gran Banda Subterránea

Ratón Melodía y la Gran Banda Subterránea

En lo profundo de la tierra, bajo una ciudad bulliciosa, existe un lugar secreto y mágico: la Ciudad Subterránea de los Ratones. Allí, los túneles resplandecen con luces diminutas y las casas parecen dulces de colores. En una de esas casitas, vivía Ratón Melodía, un pequeño ratoncito gris de grandes orejas y cola larga, que amaba la música más que nada en el mundo.

Ratón Melodía soñaba con crear la banda más famosa de la ciudad. Cada noche, tocaba su flauta de bellotas en la ventana, esperando que otros ratones lo escucharan y quisieran unirse a su banda. Pero, aunque tocaba con pasión, nadie se acercaba. Algunos ratones decían: “¡Eso es muy difícil!”, otros pensaban: “No tengo tiempo para tocar”.

Una tarde, mientras practicaba una melodía alegre, la señora Ratona, que vendía semillas en la plaza, le dijo:

—¡Melodía! ¿No te gustaría tocar en la Gran Fiesta de la Luz? ¡Será el evento más importante del año!

Ratón Melodía se entusiasmó tanto que casi dejó caer su flauta. Sabía que para tocar en la fiesta necesitaba una banda de verdad.

El plan de Melodía

Esa noche, Ratón Melodía tuvo una idea brillante. Decidió invitar a todos los ratones del barrio a su casa. Colgó carteles en los túneles que decían:

“¡Únete a la Gran Banda Subterránea! No importa si sabes tocar o no, ¡lo importante es querer aprender y compartir!”

Al día siguiente, la casa de Melodía se llenó de ratones curiosos: estaban Ratón Tambor, que hacía ritmos con latas vacías; Ratona Campanilla, que sabía tocar campanas hechas de cáscaras; y Ratón Bigotes, que nunca había tocado nada, pero quería aprender el triángulo.

Melodía los reunió y dijo:

—No importa si cometemos errores. Si trabajamos juntos y nos ayudamos, lograremos algo hermoso.

Ensayos y desafíos

Los primeros ensayos no fueron fáciles. El ritmo era un desastre y algunos ratones se reían cuando otros se equivocaban. Melodía notó que algunos se desanimaban y pensó:

“Si queremos ser una banda de verdad, debemos apoyarnos y ayudarnos entre todos”.

Propuso entonces que cada uno enseñara a otro lo que sabía. Ratón Tambor ayudó a Ratón Bigotes a golpear el triángulo con ritmo. Ratona Campanilla les enseñó a todos a escuchar y esperar su turno.

En poco tiempo, empezaron a sonar mejor. Cuando alguno fallaba, los demás lo animaban con palmas y risas. Pronto, la música llenó los túneles y muchos ratones se detenían a escuchar.

La Gran Fiesta de la Luz

Llegó el día esperado. La plaza subterránea estaba llena de luces y ratones de toda la ciudad. Melodía y su banda subieron al escenario hechos con cajas de madera. Al principio, todos estaban nerviosos, pero Melodía les sonrió y les susurró:

—Recuerden, ¡somos un equipo! Si uno se equivoca, seguimos juntos.

Comenzaron a tocar una melodía alegre, llena de campanas, latas y triángulos. Pronto, los pies de los ratones asistentes comenzaron a moverse y las colas a bailar. La música era sencilla, pero tan coordinada y alegre que todos aplaudieron con entusiasmo.

Al final de la canción, la señora Ratona subió al escenario y dijo:

—Nunca había escuchado música tan bonita en la ciudad. ¡Bravo por la Gran Banda Subterránea!

Melodía y sus amigos se abrazaron, felices de lo que habían logrado juntos.

La enseñanza de Melodía

Esa noche, mientras regresaban a casa, Melodía les dijo:

—Hoy aprendí que la música es más hermosa cuando la compartimos y nos ayudamos. Trabajar en equipo y ser amigos hace que todo sea posible.

Desde entonces, cada noche los túneles se llenan de música, risas y canciones. Y la banda crece, porque siempre hay lugar para un nuevo amigo que quiera aprender y hacer música en la ciudad subterránea de los ratones.


Moraleja: Cuando trabajamos en equipo y nos apoyamos, podemos lograr grandes cosas y disfrutar más de la amistad.

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